Ya existen estudios de laboratorio que demuestran que elevadas dosis de esta vitamina pueden matar células cancerígenas.Tres cuartas partes de la población mundial tiene niveles deficientes de vitamina D durante gran parte del año. La explicación es que el 90 por ciento de ella proviene de la radiación solar y sólo un 10 por ciento de la dieta, principalmente a través de los lácteos, el pescado azul, las setas secadas al sol o el aceite de hígado de bacalao.El problema es que es inviable complementar la falta mediante la alimentación ya que sería necesario ingentes cantidades de esos alimentos, por lo que los especialistas recomiendan hacerlo mediante preparados farmacológicos.
Se ha señalado que en países como España parte de la solución sería la exposición al sol de manos y piernas durante 10 o 15 minutos diarios durante los meses de verano, siempre usando protección en la cara. Tradicionalmente se ha vinculado a la vitamina D con malformaciones en el desarrollo de los huesos, pero actualmente existen más de 3.000 artículos científicos que demuestran su relación con determinados tipos de cáncer.Se ha precisado que los estudios actuales van dirigidos a analizar su relación en la progresión de la enfermedad y la posibilidad de usarla en la curación.Se han realizado ya estudios en animales en los que se combina la vitamina D con distintas terapias antitumorales, y en estos momentos se está iniciando la investigación con personas. El ámbito de investigación se centra ahora en introducir en los tratamientos dosis muy elevadas de vitamina D en combinación con la quimioterapia, pero esta posibilidad requiere un seguimiento médico muy estricto por los efectos tóxicos que se pueden derivar.
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