Científicos han descubierto en la isla de Wight (Gran Bretaña) el fósil de una avispa de 34 millones de años, el más antiguo jamás encontrado. Sorprendentemente, los restos descubren a un animal muy parecido a sus congéneres modernos, lo que parece probar que no ha necesitado evolucionar desde entonces, simplemente porque... funciona.
El fósil fue identificado erróneamente como una hormiga cuando fue descubierto por primera vez en la década de 1920. «Lo que resulta fascinante de este fósil no es sólo su antigüedad, sino que se sea tan similar a las especies modernas. Esto significa que la compleja relación que existe actualmente entre las avispas de la higuera y los árboles de acogida se desarrolló hace más de 34 millones de años y ha permanecido sin cambios desde entonces», explica el doctor Steve Compton, experto en avispas de la Universidad de Leeds.
Estas avispas y las higueras son mutuamente dependientes. Las avispas, que miden sólo 1,5 mm de longitud, han desarrollado un cuerpo con una particular forma que les permite introducirse en los higos y llegar hasta las flores. El estudio de Compton, realizado con modernas instalaciones de microscopía en el Museo de Historia Natural de Londres, demuestra que esta fisiología, que resulta muy eficaz, no ha variado en las especies modernas. Las avispas recogen el polen en los «bolsillos» de la parte inferior de sus cuerpos y luego lo llevan a otro árbol, donde lo sacan y lo dispersan antes de poner sus huevos. El sistema ha permanecido inalterado durante decenas de millones de años a pesar de los cambios climáticos.
El estudio ha sido publicado en la revista Royal Society Biology Letters
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