Asturias, a través del Instituto Universitario de Oncología del Principado (IUOPA), aportó el estudio de 500 de los aproximadamente 3.000 casos de cáncer de vejiga que han servido para la identificación de tres factores genéticos que predisponen a esta enfermedad. Dos de ellos están relacionados con el hábito del tabaco. El estudio internacional, publicado por la revista «Natural Genetics» que contó con la colaboración de universidades y centros de investigación de Europa y los Estados Unidos, está dirigido por la catalana Montserrat García-Closas, que ayer explicó en Oviedo la experiencia en el marco del Simposium Internacional sobre Avances en Oncología Molecular.
García-Closas es investigadora del Instituto Nacional del Cáncer, del Reino Unido, y coordinó los trabajos desde el National Cancer Institute, en los Estados Unidos: «Hemos demostrado con un muy alto nivel de certeza la interacción con el tabaco de dos de los tres factores de riesgo genético».
La recogida de datos en hospitales de Asturias fue coordinada durante tres años por la investigadora del IUOPA Adonina Tardón, de la Unidad de Epidemiología Molecular del Cáncer. Tardón afirma que el estudio tiene continuación: «Se realiza un seguimiento de todos los casos aportados desde Asturias. Esto es un paradigma de lo que debe ser un estudio epidemiológico».
Los casos fueron recogidos desde 1998 a 2002, entre personas con cáncer de vejiga con edades de 20 a 80 años, «aunque la media más frecuente se sitúa entre los 65 y los 70». Asturias «apostó fuerte» por este proyecto a causa de la muy alta incidencia de este tipo de cáncer en varones. «España es el primer país del mundo en cáncer de vejiga», y Asturias tiene una alta tasa dentro de las cifras nacionales, aunque en este caso sean parciales. «El 60% del cáncer de vejiga se explica por el tabaquismo», señala Adonina Tardón.
«Se demuestra que un factor genético puede modificar nuestra susceptibilidad a un factor no genético», en este caso el tabaco, explica Montserrat García-Closas. «Cada uno de nosotros tiene diferente habilidad genética para contrarrestar la exposición al tabaco», lo que explica en parte por qué unas personas desarrollan tumores asociados a la nicotina y otras, fumadoras con igual intensidad, no, aunque el factor ambiental es mucho más fuerte que el genético». La relación entre el tabaco y el cáncer de vejiga, al margen de la propensión genética, se explica fácilmente: «Todos los productos químicos se eliminan por la orina. En este sentido, la frecuencia urinaria es buena porque reduce el contacto de esos productos con las paredes de la vejiga, que es donde se desarrolla el cáncer», dice García-Closas, investigadora que estudió en Harvard y trabajó en la Universidad de Cambridge.
Estadísticas a un lado, el objetivo es «encontrar marcadores que nos ayuden a decidir los tratamientos», dice Adonina Tardón.
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