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domingo, 2 de enero de 2011

'Ahora tendré que tomar el café más rápido y salir a la calle a fumar'

Los típicos propósitos de principios de año se han convertido en una losa de realidad para los fumadores. El primer día de aplicación de la ley antitabaco ha transcurrido con resignación por quienes no pueden coger un pitillo en un bar y por quienes esperan que eso no afecte a sus negocios.
Sólo los no fumadores respiraban, nunca mejor dicho, mucho mejor en el inicio de este nuevo año.
"Cuando vengan, si encienden un cigarro, les diremos que no se puede y lo dejarán... no habrá problemas", asegura el propietario de un bar en Madrid, quien supone que la prohibición no va a tener perjuicios económicos muy graves. "Con el tiempo no se notará, la gente se acostumbrará".

Entre los efectos negativos que admiten los hosteleros está el aumento de la velocidad de la consumición. "Ahora tendré que tomarme el café más rápido y salir a la calle a fumar. Hay que acatarlo, no hay más remedio... Al final tendré que dejarlo", reconoce Sonia, una clienta en un bar.
De esta forma, el debate está en la calle y en las barras de los bares donde, todavía no acostubrados a dejarse el humo en la puerta, la gente no habla de otra cosa. Ni siquiera famosos socialistas se libran de la polémica: "Yo digo que es mucho peor robar. Ahora [los fumadores] somos casi mirados como delincuentes", ha afirmado el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla.
Él, que no va a dejar de fumar pese a la normativa, tiene claro que no le importa que un fotógrafo le tome una imagen suya con el puro. "¿Por qué no me van a sacar con el puro si fumo?".
Revilla ya tiene algunos trucos para 'fumarse' la norma: "Nos haremos socios de ese local para ir ahí a fumar un puro después de comer", bromeó.
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